martes, 30 de octubre de 2012

Música, poesía, pintura. "El pintor Rossique o el árbol al que pisaron un pie".



Georgina y yo, rumiando cada una sus particulares emociones respecto a lo que íbamos a ver, visitamos la exposición "Palimpsestos", de Paco Rossique. En la Galería de Arte de la ULPGC, de la calle Juan de Quesada.

Ya en la sala, rumiamos, rumié bien. Los cuadros que colgaban de las paredes eran otras tantas puertas por las que entré en esos mundos raros y fantásticos que tanto me gustan. Me sentí cómoda; anduve por allí "como Pedro por su casa"; acepté la invitación del autor a "leer" su obra.

Me gustó mucho ver personas con brazos articulados; una mujer leía dos libros al mismo tiempo, pues tenía dos brazos derechos cuyas manos sostenían, cada una, un libro abierto. Otras dos mujeres, de espalda y con trajes largos de noche, compartían la misma cola del vestido. Bueno, la verdad es que disfruté "como un cosaco". Hubiera querido saludar al artista, pero no estaba en ese momento.

Salimos de la exposición y caminamos a lo largo de Juan de Quesada comentando lo visto y sentido con la muestra de Paco Rossique... Me gustan los árboles que hay en esa calle, sus troncos y las retorcidas raíces. Imbuída todavía del ambiente mágico de Rossique, acaricié un árbol (porque a veces me gusta "ver" con las manos y los dedos), cuando vi un pesado trozo de ladrillo encima de las raíces. Lo cogí (con cierta dificultad, porque la verdad es que pesaba) y buscaba dónde ponerlo cuando mi acompañante me dice:

- Eso es un trozo de ladrillo... (Y no sé cómo, le entendí: ¿Por qué quitas eso de ahí?)
- ¡Porque le molesta!-, respondí yo sin pensar. (Ella se ríe ante el mal entendido y se queda mirándome.)
Un rato de silencio, y luego:
-Georgina, ¿ves lo que te acabo de decir? Creí que me preguntabas por qué quité el trozo de ladrillo de las raíces del árbol. Y es que le molestaba ese peso... Pero no sé cómo lo sabía yo.

Me imaginé un peso sobre el pie de una persona; que, naturalmente, molestaría mucho. Pues al árbol, también.

Un éxito, la exposición de Rossique. Dentro y fuera de la sala.



jueves, 18 de octubre de 2012

Mucho ruido y pocas nueces.



Una vez por semana suelo ir con una amiga a almorzar por ahí. Frecuentamos varios sitios, siempre por la zona de Triana. Y nunca faltan jóvenes músicos callejeros. Yo les doy sonrisa flaca y propina generosa, ya que nada más puedo hacer por ellos. Mi amiga les da dinero sólo de vez en cuando, pues no es partidaria de esa clase de caridad; cada uno tiene sus ideas, claro...

A mí lo que me pasa es que tengo dos problemas con estos músicos. Tal vez no sea acertada mi actitud, pero creo que para ellos lo fundamental es el dinero; no sonrisitas y amabilidades vacías que no les solucionan nada; vamos lo de "mucho ruido y pocas nueces". Por supuesto, siempre se agradece un gesto si es amable, pero hasta ahí y no más. Ese es mi primer problema, ser o no ser más expansiva.

Mi amiga, cuando les da dinero, somete a los chicos a un cuestionario: de dónde son (suelen venir de Italia, Portugal o Rumanía...), edad, cuánto tiempo llevan aquí, etcétera. Y eso me pone nerviosa, es mi segundo problema. Lo terrible es que no puedo soportar que se me acerquen: me da mucha tristeza porque no puedo hacer nada por ellos, y además, pudiera ser que ellos interiormente estén pensando que qué me importa a mí, ¿acaso es que puedo resolverles la vida? Y por si fuera poco, también pienso que podría ser un hijo mío quien se viera en esa situación: lejos de su país, de su familia, sin futuro...; agradeciendo la caridad de unas viejas locas.

En el almuerzo de la semana pasada, a punto estuve de salir corriendo. Cuando los músicos se acercaron, tras finalizar uno de sus temas, les dimos dinero y mi amiga, como de costumbre, a rellenar "el cuestionario" ¡como si fuera un pasaporte! Los dos chicos habían estado un tiempo en la península y luego decidieron venirse por el clima. Tenían veinte años, eran rusos: uno tocaba el violín y el otro el acordeón... Cuando terminó todo y yo esperaba que se marchasen, el del violín, un rubio de cara angelical, volvió a empuñar el arco y nos obsequió con una canción dedicada a nosotras.Y eso sí que es algo que yo no soporto. Ya me emociona demasiado la música, que es lo que más me gusta del mundo, para encima tener que aguantar semejante cosa: la commoción de que aquella música sea "para mí". ("Tócala, Sam").

Terminaron los chicos de tocar, más dinero y, horror de horrores, no se marcharon sino que el del violín nos obsequió de nuevo. Yo no podía más; un montón de emociones me estallaban por dentro, me estaba poniendo histérica. Terminó la música y se fueron, esta vez sólo con sonrisas de despedida...

Y yo me volví a sentar, pues ya me levantaba de la silla para huir...

martes, 16 de octubre de 2012

¡Y dale con la misoginia! (1) CRISTINA DE PIZAN, poetisa y feminista medieval francesa.



Me cuenta un amigo, que está preparando una exposición para una pintora cuyos cuadros tienen por tema mujeres ilustres olvidadas o no debidamente recordadas. ¿Verdad que la idea es genial?

Y hablando del tema femenino, ¿cómo andamos de misoginia? Pues bien, como siempre; la misoginia va estupendamente. Lo digo porque entre las mujeres olvidadas está una de mis heroínas, Cristina de Pizan (o Pisan, que a veces lo ponen con 's'). Medieval cien por cien (siglo XV) fue, nada menos, que la primera escritora que vivió, como tal, de su trabajo. "¡Y probablemente la última!", dijo ocurrentemente mi amigo Aquiles. Dejando esto de que sea la última en vivir de su trabajo, lo demás es indignante.

Cojo un libro de texto de Literatura (de cuando yo estudiaba el Graduado Escolar) y busco escritores medievales: los hay a montones, españoles y europeos: Fernán González (s. X, nada menos); Gonzalo de Berceo, Ramón Llull... Dante, Chaucer... Pero no encuentro nada sobre Cristina de Pizan ni tampoco sobre María de Francia, la de los "lais" y fábulas medievales.

O sea, a las mujeres, que las parta un rayo... Divino, claro; ya que no pocos autores medievales, azuzados por la Iglesia, escribieron contra ellas, las tentadoras, diabólicas, causantes de todo mal... a los hombres naturalmente, que eran todos unos santos. O lo serían, si no fuera por esas criaturas lascivas, súcubos insaciables de la castidad de los varones. ¡Qué frescura!

No tengo título que avale lo que voy a contar; sólo sé lo que leo y pienso. Cristina de Pizan empezó cómodamente su vida hasta que llegó la correspondiente crisis. Se murió su padre, que gozaba del favor del rey Carlos V de Francia y, encima se murió también su marido. Viuda y con tres hijos, tuvo, en aquel tiempo, que ganarse la vida. Y se la ganó: escribiendo muy valientemente, enfrentándose a un mundo de hombres. En 1399, en defensa de las mujeres, escribe Epístola del dios del Amor, donde contesta los desprecios, ofensas y engaños que damas y doncellas reciben de quienes dicen amarlas. Participa activamente en la Querella de las mujeres, donde se discutía sobre la estigmatizada "naturaleza femenina".

Hasta ahí, la historia. Y a partir de ahí, ya me vuela la imaginación. Veo a Cristina de Pizan ante su escritorio, con gorro de cucurucho (que debía ser incomodísimo). Escribiendo con la mano derecha y sosteniendo con la izquierda un niño al pecho. ¿Tendría ama de cría? "De profesión, sus labores", indicaba el DNI de hace años. ¡Pobre Cristina! De profesión, sus labores; sí, pero también, de profesión escritora, "hombre de la casa", ya que tenía que mantener a su familia. Administración del hogar, pañales, comida, colada...

Según he leído, en esa época nada ni nadie se libraba de cucarachas, pulgas, moscas, piojos... ¿Tendría Cristina de Pizan dinero para permitirse colchones rellenos de plumas? ¿Servicio? Y además, pienso si escribiría en borrador y luego lo pasaba a limpio ella misma, o tendría algún escribiente. Qué lata, todo eso. El papel que no abundaba, como hoy. Para tener pergamino, primero había que matar a un cordero, desollarlo, secar la piel... Las plumas de ave para escribir, las velas, comprar el agua. Las calles, llenas de suciedad, y cuidado con aquello de "¡Agua va!", terrible advertencia cuando se vaciaba el orinal por la ventana. La Edad Media me fascina, es mi época favorita. Curiosa mezcla de brutalidad y religiosidad.

Cristina de Pizan (siglos XIV y XV) vivió tiempos muy revueltos en Francia: la muerte de Carlos V (protector de su padre), la demencia de Carlos VI, peleas de Armargnacs y Borgoñones y, para completar, la Guerra de los Cien Años, la de Juana de Arco. Cristina de Pizan fue contemporánea de Juana y escribió un Dictado de Juana de Arco, que no consigo en ningún sitio; me encantaría leerlo.

Como dije antes, hasta ahí los hechos históricos. Pero me gusta imaginarme los detalles cotidianos. Los trajes, por ejemplo. No creo que se lavaran nunca. Y en los cuadros de la época, la gente parece siempre muy abrigada. ¿Será que los pintaron en invierno? Porque si usaban esa ropa en verano, se morirían de calor. En invierno sí que se les ve llevando pieles, pero ningún traje parece de verano. Debía de ser horrible, calor, moscas, mosquitos, el mal olor de la basura acumulada en las calles...

Edad Media; los hombres sólo tenían que ganarse la vida. Pero una mujer como Cristina de Pizan, además de trabajar para vivir, tenía que ocuparse de su casa y de sus hijos. ¡Y con la lata que es escribir!... ¿Cómo se le pagaría su trabajo? ¿Por horas? ¿A trueque? O quizás se pactara el precio con el que lo encargaba. ¿O dependía de la voluntad (¿generosidad?) del gran personaje?

Extraordinaria mujer, a fe mía. Tengo de ella La ciudad de las Damas y Cien baladas de Amante y Dama. De ese libro, pongo algo de la Balada LXXX:

- Bella, decid cuándo, cómo
os puedo volver a ver,
y yo hasta allí correré,
pues nada hay que yo más quiera;
nadie abra la puerta salvo
vos; un buen día os dé Dios,
¿no me vais a abrazar pues?

- Amigo, ven por la puerta
de atrás a las diez en punto
el martes y sin linterna,
¿no me vais a abrazar pues?

Sí, extraordinaria mujer. Capaz de escribir así en medio de las terribles incomodidades medievales, en medio del deterioro político, un rey loco y la interminable guerra que Juana de Arco no pudo acabar. Ella murió en la hoguera en 1431 y la Guerra de los Cien Años aún siguió más de treinta años.

Con cierta dificultad, vuelvo al siglo XXI; con enormes problemas, sin duda, pero más limpito. Benditos, humildes -y nada silenciosos- camiones que recogen la basura. La dicha de una ducha burbujeante de gel perfumado; el agua que brota cantando del grifo; la luz eléctrica, triunfante sobre las tinieblas de la noche... Me gusta muchísimo la Edad Media pero creo que no hay época mejor que la nuestra, a pesar de todos los pesares, al menos en lo que a comodidades cotidianas se refiere.



miércoles, 3 de octubre de 2012

"Sopa de tortuga, pan de huevo".



Cada mañana, temprano, salgo con la perra y compro "cosillas", el periódico, etc. Hoy, en la verdulería "usosmúltiples" (además de fruta y verdura venden embutidos, pan, bollos, etc.) compré un pan de huevo. Al verlo, como me suele ocurrir cuando algo me recuerda algo, me trasladé a Venezuela (donde viví seis años). A La Entrada, un pueblo a 14 kilómetros de la ciudad de Valencia.  ("La Valencia que naciera del Rey", decía un gran cartel que no sé qué significaba).

Yo, una chiquilla de 10 años, en La Entrada, merendando el pan de huevo que hacían unos lapones emigrantes. Además de vender en su panadería, por las tardes mandaban a un chico a repartir pan por las casas.

El pan de huevo de hoy, que vi en la verdulería, se parecía  por la masa y color, al de los lapones. Así que lo compré para desayunar. Pero el sabor no se parecía ni pizca al que hacían los lapones, que el mandadero llevaba calentito a todas las casas. Este pan de 2012 estaba muy bueno, la verdad. Pero la imaginación, en glorioso technicolor, me llevó a 1950, al de la merienda, caliente, con mantequilla y leche en polvo KLIM.

Venezuela, un país al que quiero muchísimo. Y los recuerdos que tengo son maravillosos "de verdad", no porque sean recuerdos. Por ejemplo, el pueblo de La Entrada estaba en el campo, que allì era selva. Y la selva por la noche era un espectáculo increíble: las luces de miles de luciérnagas, que parecía que todas las estrellas del cielo habían caído a la selva.

Para terminar, algo de "Alicia en el País de las Maravillas". Lo que canta la Tortuga:

"Sopa de tortuga,
sopa de la noche,
riquíííísima sopa".

"Pan de huevo,
pan de merienda,
riquíííísimo pan".

miércoles, 26 de septiembre de 2012

2. A César Manrique, de “sus” islas con amor.

(César Manrique 1919-1992)




En estos días de aniversario y de luto, pensar en Lanzarote es pensar en César Manrique. Y pensar en César Manrique es pensar en…; evocar, más bien, misterios, leyendas, cantos de bardos lejanos.

Envuelto César en un cierto halo de misterio, se dice de él que, siendo un chinijo, lo llevaron a las Montañas del Fuego. Era un niño curioso y se interesaba por todo. Uno de los volcanes, con un pequeño cráter con fuego en su interior, le llamó tanto la atención que, soltando la mano de su madre, corrió hacia él y se alongó tanto para verlo que se cayó dentro. Entre gritos y sustos, lo sacaron por los pelos. Unos decían que lo habían cogido a tiempo, que el fuego no lo había tocado. Pero una leyenda cuenta que el niño César, efectivamente, cayó dentro del cráter lleno de fuego. Mas las llamas no le hicieron daño, al contrario; siendo tan especial, los volcanes de Lanzarote lo acogieron, adoptaron y nombraron Hijo Predilecto.

La gente empezó a llamarlo “Hijo del Volcán”... No fue reducido a cenizas, como el fénix; pero, como la fabulosa ave, el chinijo César resurgió triunfante. Y en aquellos pocos segundos entre las llamas del volcán, aprendió los secretos de los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Sus grandes "herramientas" para llegar a ser el legendario artista que traspasó eso que llaman "fronteras". Fronteras en las que él nunca creyó.

César, nombre predestinado, nombre de guerrero ganador de batallas. Pero, ¿quién las ganará ahora que él no está? Cómo nos sentiríamos, un día como ayer, como hoy, donde tanta gente está luchando por nuestros derechos en las calles; cómo sería si pudiéramos contar con su guía, con su liderazgo… "Ave, César. Los que van a morir te saludan". ¿A esto nos llevará su ausencia?

Guardando las distancias, recuerdo a una mujer también muy especial, que fue amiga de César Manrique toda su vida: Mª Dolores de la Fe, mi tía. Periodista, escritora y canaria de cuerpo y de alma, mantuvo siempre una gran amistad con César. No fue, como él, una artista que asombró a todos; pero sí me asombró a mí. Tanto que de niña, la elevé a la categoría de hada, lo más alto a lo que se podía llegar en mi pequeño mundo.

Y en ese pequeño mundo mío, de haber conocido yo a César Manrique, ¿a qué categoría lo hubiera elevado? No lo sé, pero habría sido algo mágico, seguro.

martes, 25 de septiembre de 2012

A César Manrique, de “sus” islas con amor.

César Manrique (1919-1992)



El Espíritu de Lanzarote está triste. 

Cuenta una leyenda, que la Isla viuda recuerda y añora a César: aquella relación idílica. Extraña a quien fue “su dueño”, su guía.... Extraña a este hombre, el dragón que la hizo “su” princesa guardándola de tantos males infligidos por humanos deshonestos. Pero César se ha marchado hace veinte años ya –sí, muchos años por más que el bolero diga lo contrario http://www.youtube.com/watch?v=I5JQ1m3mxKw&feature=fvsr- y la Isla se siente muy sola aunque tiene un consuelo…

No sé dónde ni cómo nacen las leyendas. Y tal vez ésta no lo sea; no esta de César. Leyendas, cuentos, relatos… Yo no sé dónde nacen. Tampoco sé, de dónde me salen estas cosas, que con tanta certeza, me cuento de Lanzarote, de César Manrique…

Queda el consuelo. “Su” Isla, sus gentes, tienen un gran consuelo… Pues César nunca se ha ido del todo; permanece fiel a su gran y único amor: su Isla-Princesa. Allí, su indómito espíritu junto al de “su” Isla, velan por tan bella herencia: la Fundación César Manrique. Por el buen hacer de quienes la habitan, de sus colaboradores, de todos cuantos hacen posible la salvaguardia de su idiosincrasia.

No sólo tu Isla-Princesa te extraña, César. Somos muchos quienes, aún más en estos tiempos, extrañamos tu presencia, tu guía…

(Continuará)

jueves, 13 de septiembre de 2012

"La respuesta perfecta"




"Y dale con el Toro de la Vega", dirán muchos. Pues sí; los que sufrimos con el sufrimiento de cualquier ser vivo, seguiremos rompiendo una lanza (y nunca mejor dicho) a favor de terminar con las tradiciones bárbaras.

San Volante, mártir, murió el 11 de Septiembre. Y hoy vuelve a aparecer en "El Mundo" otra carta con el título "Asesinato en Tordesillas"; la firma don Carlos Luis Ruiz, de Córdoba. Y aquí, una servidora, tiene también algo que añadir.

A mí me parece la carta de don Carlos Luis Ruiz muy bien pensada y razonada, de la primera a la última palabra. Y afirma, irónicamente, que es una "pena" que el toro fuese lanceado por dos caballistas a la vez y, "encima", fuera del lugar "apropiado" para ello; por lo que el festejo ha sido declarado nulo. Convengo con don Carlos en que es una verdadera "pena". ¿No pedían los lugareños otro toro, para repetir la faena y hacerlo todo "como Dios manda"?

Mi granito de arena en esta lucha contra las salvajadas que aún perduran en nuestro país, es ofrecer una frase de Walter Benjamin.

Se afirma e insiste en que esos espectáculos de sangre y sufrimiento son tradiciones, cultura, referente antropológico fundamental. ¿Cultura, dicen? La respuesta a esto la escribió Walter Benjamin, y es tan perfecta, tan perfecta, que "mejor, imposible":

                        "No hay ningún documento de la cultura
                     que no sea también el de la barbarie".

Esta frase está escrita en una lápida sobre su tumba, en alemán y en catalán. Me hice una foto a su lado, cuando visité el lugar. El escritor alemán Walter Benjamin murió en la frontera franco-española, en 1944, y está enterrado en Port-Bou, Girona.

Su historia es impresionante, por lo triste. El escritor, de origen judío, había huído de Alemania a Francia, de donde volvió a huir al ser tomada por los nazis. En la frontera franco-española, al intentar viajar a Estados Unidos, fue detenido por la policía española y, ante la amenaza de ser entregado a los nazis, se suicidó. Me contaron que su equipaje era mísero, que lo único que le quedaba en el mundo era una vieja maleta con los manuscritos de sus obras.

En mi visita a su tumba pensé mucho en aquel hombre, solo y desesperado, cargado con su talento y sus escritos, y sin más porvenir que la muerte.

La pureza de la sangre, de la raza; la pureza de la fe, las tradiciones bárbaras... Mi pequeña opinión es que ya hay bastante de todo eso.

Va por ti, San Volante.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Hidalguía




Ayer murió San Volante, mártir. Era el famoso Toro de la Vega, torturado y asesinado por "tradicionalistas" radicales.

Hoy, 12 de Septiembre, "El País" publica un interesante artículo acerca de la muerte del toro. El Patronato del Toro de la Vega declaró nulo el torneo porque no se cumplieron todos los requisitos para que el animal muriera "como Dios manda";  al lancero que lo mata se le supone "poseedor de hidalguía" y, según el artículo, no se mostró muy hidalgo que digamos, lo que provocó la indignación de los celosos verdugos.

Pues miren por dónde: Volante remató su última faena arrebatando a la fiesta la hidalguía, el honor o lo que sea. ¿Se estará riendo desde el cielo?

Tengo entendido que algo así ocurre con el "hara-kiri", el suicidio ritual japonés. Para ejecutarlo hay que seguir una serie de reglas que, si el infeliz en ese trance no cumple debidamente, aunque resulte bien muerto la muerte no le sirve de nada, pues ha sido sin honor.

Dice también el artículo de "El País" que por esos lares se afirma que las hogueras de la Inquisición son mentira, pura leyenda, pero que "lo suyo, lo de alancear un toro, es una tradición de verdad".

Y por eso, por la tradición y por matar sin hidalguía, los del siglo XXI están pidiendo otro toro para repetir la fiesta. Olé.

D.E.P.


D. E. P.

Volante, el Toro de la Vega.


Que falleció en Tordesillas (Valladolid), víctima de la barbarie, el día 11 de Septiembre de 2012, a los 5 años de edad, sin haber recibido ninguno de los derechos que su dignidad de animal exigía.

Sus desconsolados defensores RUEGAN una oración (y algo más) para que, de una vez y para siempre, desaparezcan de nuestro país tan bárbaras tradiciones.

Favor que agradecerán profundamente.

Las Palmas de Gran Canaria, 11 de Septiembre de 2012.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Volante. El Toro de la Vega, "en capilla".



Querido Volante:

He leído tu carta en "El Mundo", que acompañas con tu foto. (Domingo, 2 de septiembre de 2012-Crónica - Nº 881).

Dices que esperas morir, lanceado, mañana martes 11 de septiembre. Estás, por tanto, "en capilla". Pero no dices qué delito has cometido, para que te condenen no sólo a muerte sino a una muerte dolorosa.

Entiendo que no estás en la cárcel, sino "acomodado" en Tordesillas; pensarán, tal vez tus verdugos, que no existe riesgo de fuga.

Intento averiguar qué has hecho para merecer lo que te espera. ¿Nacer toro bravo? ¿Ser la víctima ideal para sacrificar en el altar de una mal entendida tradición? Pero esos no son delitos, y si no hay otra cosa, serás un mártir. Hace miles de años, los romanos decían que "el hombre es un lobo para el hombre". Y aunque tú no eres humano, la sentencia te alcanza igual.

Han pagado por ti seis mil euros (6.000,00 €) y los turistas que atrae tu muerte dejarán buenos beneficios en el pueblo. En fin, hombres importantes en la Historia han sido vendidos por 30 monedas de plata.

Mañana, el pueblo saldrá a la calle a celebrar el "espectáculo" para mayores y pequeñitos; todo un referente antropológico fundamental, desde luego: la tortura y muerte de un ser vivo e inocente.

Supongo que los aspirantes al dudoso honor de darte muerte, ya habrán estado afinando la puntería, entrenándose con lanzas para dar en el blanco, que eres tú aunque seas negro.

- ¡Le di, le di!
- ¡Le dio, le dio!, gritarán.

Erizado de lanzas, como un acerico monstruoso, irás dando traspiés hasta caer al suelo, convertido en un guiñapo sanguinolento.

Eres toda una estrella, Volante.

Y cuando alguien levanta la voz contra tales salvajadas, responden que "al que no le guste, que no venga". Lo malo es que la ausencia de los sufridores no sirve para evitar el crimen.

El otro día escribí sobre ti, Volante, hablando de los que defienden tradiciones bárbaras. Por suerte, muchas han desaparecido: "un pequeño paso para el Hombre pero un gran paso para la Humanidad".

Te cuento: en Inglaterra, hace siglos, había un espectáculo público que llamaban "el azuzamiento". Consistía en encadenar, de la cintura a los pies, a un oso y echar contra él, azuzándolos, a una jauría de perros que terminaban destrozándolo vivo. El oso tenía libres las zarpas, para defenderse y luchar contra los perros; por lo que más de un can saltaba por los aires derramando sus entrañas.

Los ingleses de hoy, se avergüenzan tanto que no quieren ni oír hablar de eso. Lo sé de buena tinta, porque yo soy medio inglesa. Ah!, y han conseguido acabar con la caza del zorro.

Pero no creas, que los ingleses aman las tradiciones como el que más. Con decirte que una vez compramos una casa en Inglaterra y el contrato de venta tenía una antiquísima cláusula que permitía, a los dueños de esa casa, "criar un cerdo en la calle y coger leña del bosque contiguo" (hoy un parque detrás de la casa). Un privilegio muy lindo pero no teníamos cerdo ni había en la calle basura para alimentarlo; ni fuimos al parque a coger la medida de leña que teníamos autorizada. Los ingleses son así, como te digo, tan amantes de las tradiciones como enemigos de unas cuantas costumbres bárbaras.

Porque ya ves, Volante: en el contrato de venta de la casa figuraba el permiso para el cerdo y la leña, cosas absolutamente fuera de uso, pero que "hacían bonito". Y eso prueba el amor de los ingleses por las viejas costumbres, lo que nos les ha impedido ir suprimiendo las que debían ser suprimidas.

Y ese, querido Volante, el de los osos y los zorros, es "el Hombre", el que te matará mañana si otro, más merecedor de ese nombre, no lo impide.

Pues en España, que yo sepa, no se conservan en vulgares contratos, las costumbres de otros tiempos sólo por el encanto de antaño. Aquí se prefiere conservar el "salvajismo" hogaño.

Adiós, Volante. Te mando un beso, que ojalá no sea el último de tu vida.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Capítulo 13. Saramago “El Nobel que vino de incógnito”.




- Bueno, Sr. Saramago; ya tiene usted el Nobel. Permítame una pequeña impertinencia: tardó en llegar, como Pilar… En fin, por muchos años.

Cavilaba yo en la felicitación al escritor respecto al Premio, que se hizo desear bastante por todos sus lectores. Y como ya he comentado muchas veces. El eterno lamento de Saramago era “Pilar, que tanto tardó en llegar”. Bueno, pues todo llegó…

Cavilaba yo, como digo, en la felicitación a Saramago, cuando empecé a “ver” lo que luego sería el libro de 78 páginas que se me ocurrió con motivo del Nobel. (¡En una buena, me estaba metiendo!).

Pensaba yo en Saramago, en cómo se había instalado en Lanzarote dejando su país por esas “incomprensibles incomprensiones” de las que no se libra nadie, ni chicos ni grandes (y no me refiero a la edad).

Y pensando, pensando, esto es lo que “vi”:

“El Espíritu de la isla observó al nuevo inquilino con ojos críticos, dispuesto a soltar chispas si hacía algo inconveniente. Pero no, el nuevo inquilino no hizo nada inconveniente y el Espíritu de la isla suspiró satisfecho y le dio la bienvenida”.

“Era una mañana, como tantas otras, en que el Espíritu de la isla estaba somnoliento después de pasarse la noche discutiendo con la Luna. (Según una leyenda, la gente dice que el paisaje de Lanzarote se parece al de la Luna, cosa que enfurece al Espíritu de la isla. Él dice que es la Luna la que se parece a él, y así discuten toda la noche hasta que sale el sol y los manda a callar).

En medio de su somnolencia, la isla oyó que las otras seis, sus hermanas, comentaban la noticia: el nuevo inquilino era un famoso escritor que había venido de incógnito.

Parloteaban y discutían entre ellas con su acento más canario que el gofio”.


Y el libro empieza así, con discusiones entre las siete islas, que se pelean como “buenas” hermanas. Tanto como lo que me “peleé” con mi imaginación durante los casi tres años en que estuve escribiendo y decorando este libro, ejemplar único.

Pero ya les contaré…

miércoles, 27 de junio de 2012

Asadero con la Asociación Pequeño Valiente.






Antes de continuar con la historia sobre el Nobel José Saramago, quería contarles que el sábado fui a un asadero orgnizado por la Asociación Pequeño Valiente, en una finca en Telde. Al fina, fui cargada como un burro, como siempre.

Para un “concurso de piano” llevé uno que se pone en el suelo; es un piano muy largo y se toca con los pies, como el que “sale” en la película “Big” y lo toca Tom Hanks. Pero había demasiados niños y el concurso no llegó al final porque ya esperaba el mago para su actuación.

Antes del “concurso de piano”, fue mi cuento “A los gatos les gustaba Ana”. Como yo tenía tos, lo contó un señor y lo hizo muy bien. Para ilustrar el cuento llevé dos posters grandes. Uno es la fachada de la casa de Ana, con ventanas y las figuras de los gatos. El poster es una foto grande ampliada, pues esa fachada de la casa está pintada sobre madera y se pueden poner las figuras de los gatos. Es verdaderamente preciosa y la tengo por cortesía de El Corte Inglés, a quien se lo agradezco muchísimo.

El otro poster es también una foto, del cuadro que tengo del “Ojo espía”, un ojo enorme que va por todas partes atrayendo las miradas. Pertenece a las brujas y no se debe mirar, pues a quien lo hace lo absorbe como si de un agujero negro se tratara; y va a parar al terreno peligroso de las brujas, de donde es muy difícil salir. Ese “ojo” les gusta mucho a los niños. Bueno, ni qué decir de la casa de los gatos, que es “arrebatadora” para chicos y grandes.

Fue un día estupendo, con la Asociación Pequeño Valiente en esa finca en Telde.

Mucha comida rica y abundante diversión, sobre todo para los chiquillos. Había piscina y luego paseo en pony y a caballo.

Como ya dije, actuó un mago, que dijo no tener nombre y los chiquillos le pusieron el de Pantopín; tuvo mucho éxito.

Y así llegó la hora de la merienda, con un montón de tartas y dulces. Pero la “estrella” fue una tarta enorme en forma de castillo medieval con torres redondas; en la puerta del castillo, la figura de la Asociación, que es un niño vestido de mosquetero. Una tarta perfecta, por dentro y por fuera, pues estaba riquísima. Estupendo, todo.

Pero lo más estupendo de todo es la propia Asociación, un ejército de valientes, chicos y grandes, que luchan contra el cáncer infantil.

Por un lado, el ataque contra el mal; por el otro, positivo, la lucha por dar a esos niños calidad de vida, dignidad y todo el amor que se merecen.

Por un lado, los directivos, colaboradores, voluntarios; por otro, los pequeños pacientes, valientes, verdaderos protagonistas.

Todo ese conjunto forma la Asociación Pequeño Valiente. Agradecida y muy honrada por invitarme a participar, y poner así, mi granito de arena.

martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 12. Saramago “El Nobel que vino de incógnito”





1998, Octubre; mes del reparto de “Nobeles” y año en que le tocó a Saramago. (¡Esa Academia recalcitrante!).

Saramago estaba en la Feria del Libro en Frankfurt y su mujer, Pilar del Río, en su casa de Lanzarote. El diligente “telediario” me informó que los dos cogieron el avión para encontrarse en Madrid. Aeropuerto de Barajas, la pareja se divisa a lo lejos y se hacen señas. Y creo que ahí se debió cortar la información, al menos hasta después de su encuentro… Porque esos instantes únicos creo que no les pertenecían a nadie, sólo a ellos, la pareja protagonista. Pero ¡qué va!... Cómo iban a perderse algo tan jugoso. Una lástima, pienso yo. Saramago se contenía bastante, pero la cara de Pilar era, como se suele decir, todo un poema; irradiaba tal alegría, brillaba de orgullo y satisfacción…; bueno, todavía se me pone la piel de gallina, al recordarlo. Pero sigo pensando que fue una lástima que esa “exclusiva” tan exclusiva de ellos fuera “tan” pública.

Y ahora hago un inciso para contar algo de intimidades. Chopin, mi músico favorito, fue amante de George Sand durante nueve años. A la muerte de Chopin, su hermana mayor Luisa, y la misma George Sand, buscaron las cartas que los amantes se habían escrito durante esos años (que eran muchísimas) y las destruyeron todas. Claro que me hubiera gustado leerlas; mentiría si dijera otra cosa. ¡Me muero de curiosidad! Pero, al mismo tiempo, me alegro infinito (mal que me pese) de la destrucción de esas cartas. A pesar de la tremenda curiosidad, pienso que lo que hubo entre Chopin y George Sand era de ellos exclusivamente. Ya me hubiera gustado, ya… ¿Para qué ser hipócrita? Pero repito que me alegro de que esas cartas ya no existan.

Sigo con Saramago, su Nobel y Pilar del Río. Felicitaciones, emociones, etc.; todo eso lo sabe el mundo entero. Creo recordar que, para la ceremonia de entrega del Premio, Pilar se hizo un vestido cuya tela llevaba frases de los libros de Saramago. Qué bonito. Me gustaría ver algún día ese vestido.

Y me viene a la mente una cosa. Hay una frase, que se me antoja bastante machista, que dice que “detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”. ¿Cómo que “detrás”? ¡A su lado!, que es como debe ser. ¿Cómo iba a estar Pilar detrás de Saramago? “Pilar, que tanto tardó en llegar”, decía siempre el escritor… Con problemas de salud, Saramago decía que no sólo lo salvaban los médicos sino también su mujer. Una vez corrió peligro de quedarse ciego. “Blimunda no se rinde”, le dijo Pilar, tomando la frase de un personaje de su novela “Memorial del convento”. Y no se rindió.


(Continuará).

domingo, 24 de junio de 2012

Poniéndome al día.






Prometí ponerme al día... y aquí estoy.

6 Junio 2012

“Mural gatuno”.

El 31 de Mayo, con motivo del Día de Canarias, fui al Colegio Iberia a presentar y contar 7 + 1 Ocho leyendas canarias. Están en forma de posters sobre cartón pluma; el texto (extractado) y fotos de mis montajes. Empiezo así, dirigiéndome al respetable infantil:

- Les voy a contar ocho leyendas canarias. Pero las islas son siete, así que sobra una. ¿Cuál?

Los niños piensan, y por fin unos cuantos lo dicen: “¡San Borondón!”.
Pues sí: la isla que se ve y no se ve. Y es porque San Borondón se esconde, ya que tiene un secreto que le da mucha vergüenza.

En una visita anterior al Colegio Iberia les había contado A los gatos les gustaba Ana. Previamente a mi visita, los niños lo habían leído y trabajado en clase. Al contarlo yo, le añadí otro final y un niño saltó:

- ¡Eso no sale en el cuento!
- No, porque es otro final que inventé después. Y puedo inventar 20 más.

Al terminar, la profesora Srta. Loli les propuso a los niños un ejercicio: escribir cada uno un final distinto del cuento, que luego me entregarían.

Y eso hicieron: un “Mural gatuno”, un trabajo que me parece extraordinario.
Fui a recoger el mural, que llega casi al techo. En él han pegado todos los escritos de los niños, recortes de gatos y dibujos. Estoy loca con el mural.
No es sólo el trabajo de los niños sino la labor de la profesora, repito, me parece extraordinario. Correspondí, como está mandado, con una tarjeta “gatuna” para los niños y un regalito para la “profe”: un gato de los que “salen” en el cuento. Montones de gracias a todos.

Los niños me habían hecho muchas preguntas cuando presenté el cuento; y como no las podía contestar todas, me las pusieron por escrito. ¡Ay! Tengo que devanarme los sesos, para responderle a cada uno. Y es que las promesas hay que cumplirlas. Sobre todo tratándose de niños, que son muy formales.



“El rayo verde, bailes canarios y mojo colorado”.

El 29 de Mayo, víspera del Día de Canarias, fui al Colegio Mesa y López, a presentar 7 + 1 - Ocho leyendas canarias.

En la de Gran Canaria, “La leyenda de Ocaso y Aurora” hablo de las puestas de sol en la playa de Las Canteras y del rayo verde, un fenómeno que se observa pocas veces, en el instante de desaparecer el sol en el horizonte. Esto tiene mucho que ver con el tema de la leyenda.

Hay una novela de Julio Verne que se llama El rayo verde. Trata de una muchacha huérfana criada por dos tíos solterones que le buscan un novio. Pero ella, que no estaba muy conforme con el novio, y habiendo leído algo acerca del rayo verde, dice que no se casará hasta haberlo visto. Así que los complacientes tíos emprenden un viaje en busca de las condiciones atmosféricas que les permitan ver el fenómeno. En uno de los viajes se encuentran con el pretendiente, que es un pelmazo insoportable, y además la muchacha conoce a su verdadero amor. Y al final de la novela, cuando por fin logran ver el rayo verde, lo ve todo el mundo menos los novios que, distraídos, se estaban mirando a los ojos ajenos al resto del mundo.

Les enseño a los niños el libro de Julio Verne; aunque no creo que su lectura sea muy apropiada para esas edades (8-10 años), ya que está escrito al estilo antiguo, propio del siglo XIX, un tanto recargado. Sin embargo, la historia es muy bonita, como todo lo de Julio Verne…

En el Colegio Mesa y López habían puesto mi nombre en varios sitios, y debo reconocer que lo agradezco.

Después de las Leyendas, fiesta en las aulas. En la clase del profesor Mario Antúnez (hay que ver cómo lo quieren sus alumnos), baile y picoteo. Me sorprendió ver que casi todos los niños sabían bailar bailes canarios. Entre otras cosas, unas papitas arrugadas y el mojo colorado especialidad de Mario, que estaba riquísimo. Disfruté como un cosaco. Después no pude almorzar…

“Merienda de música y nata”.

El 31 de Mayo, merienda nostálgica en casa. Entre amigas y primas, 4 mujeres que nos reuníamos cada domingo hace … años. 3 Cármenes y 1 traidora al nombre (Mª Mercedes). Una de las Cármenes vive en Madrid, y hacía mucho tiempo que no nos veíamos. La célebre reunión era para recordar las de nuestra juventud, las “Meriendas de música y nata”.

En casa de mi prima, que poseía el lujo de un tocadiscos, cada domingo por la tarde asistíamos al ritual de escuchar música clásica y atiborrarnos de nata. En buen canario, nos “jincábamos” un buen litro de nata. Con fresas y dulces. No es que le pusiéramos nata a ellos, sino al revés: para no tomarla sola, a la nata le añadíamos las fresas y los dulces, como algo secundario. ¡Y estábamos delgadas como cañas!

Pues, como digo, en esta merienda nos repetimos nosotras amén de la música clásica y la nata; con fresas y los dulces llamados “lengua de obispo”.

Pero, claro, a estas alturas de la vida: la nata, estrella de la merienda, con cierta moderación…

Intercambio de vivencias, concurso de achaques y la alegría de vernos juntas después de tanto tiempo.

Como en estos momentos tengo una exposición en casa (de mis cuentos), la madrileña no se escapó sin que yo se la enseñara, aunque se mostró muy complacida por la ocasión de verla. Todo ello, borrachas de nata al ritmo cadencioso de Chopin y Mendelssohn.

Me hubiera gustado algo nostálgico… Un tocadiscos antiguo y discos de vinilo (que los tengo); pero el concierto fue en modernos CD, algo anacrónico en medio de tanta vetustez. ¿Será posible? Las 4 mujeres juntas sumábamos varios siglos; incunables, como quien dice.

Puse flores, por supuesto. En 3 jarrones muy raros, que parecen marcianos. Y conseguí crisantemos blancos, que es la flor que les gusta a “ellos”.

Así que todos, las 3 Cármenes, la traidora al nombre y los jarrones, fuimos muy felices.

“Feria del Libro en Santa Cruz de Tenerife”.

26 de Mayo. Fui a Tenerife, quedándome en casa de Ruth y Jóse, unos amigos tan antiguos como estupendos.

Objetivo: la Feria del Libro en Santa Cruz. Y allá fuimos Georgina y yo, bien pertrechadas con los rollos de mis montajes y cuentos.

El inventario era pavoroso: los posters de las ocho leyendas canarias, dos carteles anunciando mis excelencias, el cuadro del “Ojo espía” (del cuento A los gatos les gustaba Ana), el frasco del ungüento que curará a la Reina de las Hadas, etc.

Creo que todo resultó muy bien. Igual que aquí, en la Feria de Las Palmas, dos actores (Idaira Santana y César Yanes) representaron el cuento A los gatos les gustaba Ana. Con música y todo. Inventada por ellos y también el famoso “Estando el señor don Gato…”, tan entrañable en nuestra niñez. El estribillo “marrama-miau-miau-miau” fue coreado por todos, hasta por la fuente; yo la oí, palabra. ¿Quién podría resistirse a algo tan pegadizo? Creo que hasta el sol quiso sumarse al jolgorio, pues nos cascó de lo lindo; sudamos a mares.

En la carpa “capitana” me presentó Tazirga O. García; tiene una librería en La Laguna y dos niñas que son un encanto. Y yo presenté al respetable y a todo el que quiso escuchar (árboles, pájaros y fuentes incluidos) A los gatos les gustaba Ana y el inédito 7+1 Leyendas canarias, que para eso fuimos cargadas de posters.



Me encantó la feria de Santa Cruz. El entorno, en el parque García Sanabria, un bosque con fuentes artificiales; los talleres tan interesantes, el numeroso público, que compraba y paseaba con niños y perros…

En fin, me gustó todo. Dimos una vuelta por la Feria, mi amiga Ruth y yo, y encontramos a Elsa López, que al día siguiente presentaría su nuevo libro Una gasa delante de mis ojos, una visión muy particular sobre la figura de Alfonsina Storni.

Ya había estado con Elsa la semana anterior, en el Ámbito  Cultural de El Corte Inglés, aquí en Gran Canaria, donde lo había presentado. Aquí lo tengo, con la dedicatoria de Elsa; no lo he leído aún, pero lo espero de la misma categoría que los anteriores.

Uno de los libros de Elsa López, Las brujas de la isla del viento, es impactante.; la dedicatoria, bonita y alegre: “A Melu, para que vuele con mis brujas muy cerca de mi corazón”.

Una de las brujas de la novela era precisamente Ruth, mi amiga; pero sólo se parece a la de la novela en que tenía una librería especializada en literatura infantil. Yo estuve en su librería, en aquellos buenos tiempos, y Ruth había hecho de su tienda un rincón delicioso para encuentros con niños y cuentacuentos. Lástima que ya no la tenga.

Esa novela de Elsa López, Las brujas de la isla del viento, narra la historia de un grupo de mujeres ingresadas en un centro psiquiátrico; una historia de pobreza y maltrato que conmueve.

Hace mucho tiempo, cuando la leí, marqué una página para preguntarle a Elsa por los nombres de varias islas: la isla de los Bienaventurados, la isla de los Pájaros, la isla de los Carneros… Me intrigan esos nombres. ¿Son de leyendas? Con el tiempo que ha pasado, creo que ya es hora de preguntárselo a Elsa.

Estuve también con Víctor Jaubert, que me encanta cómo dibuja. Ha ilustrado uno de mis cuentos, El reloj zurdo, que empieza en un palacio “con mago y miriñaques” y termina con el reloj en una tienda de segunda mano (una de las tiendas que tienen los drogadictos rehabilitados, unos chicos serviciales y de mucho mérito a quienes regalo muchas cosas).

Sigo en Santa Cruz. Los dichosos posters de las leyendas canarias estaban colgados en la “nao capitana”. Me habían invitado a dejarlos allí toda la semana y luego los recogería pero más tarde recordamos que la semana siguiente los iba a necesitar para los dos colegios, como ya dije. Así que, al día siguiente, domingo, fuimos Ruth y yo a la Feria a sacar los posters de la carpa. A las 12.30, Elsa López presentaba su libro, el de Alfonsina Storni, y nos quedamos con ella. Estupenda Elsa, como siempre. Mujer valiente e inteligente, la admiro mucho.

Y por fin, almuerzo rápido en casa de Ruth y Jóse, despedida tristona. Triste y contenta, pues tengo mucho que agradecer a los de la Isla Picuda. La de la Isla Redonda agradece la hospitalidad y amabilidad demostrada al presentar yo mis cuentos. A toda la gente de la Feria del Libro, organizadores, público, etc. A los actores que representaron “A los gatos les gusstaba Ana” con la maravillosa e inestimable ayuda de Enzo Scala –Director de la Ecuela Arte de Canarias en Tenerife; estuvieron estupendos. Y a los medios de comunicación, la prensa; muy amables por ocuparse de mí.

Después de tantas emociones, vuelta a casa en el barco de Armas. Tarda 3 horas y me encanta ver el mar, pero en seguida me duermo.

Volví cansada, encantada y creo que algunas palabras más terminadas en “ada”. (Bueno, como hada pero sin hache). Después de unos días, vuelvo a la tarea...

Pepa Aurora me me había invitado a formar parte de un jurado para elegir a los mejores niños narradores de cuentos. Organizado por Radio Planeta de Agüimes (Gran Canaria) y participaban tres colegios del Sur: Arenas, Tajinaste y Beñesmén. La final sería dos semanas más tarde.

Y el 7 de junio estuve en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, en la clausura de cuentos escritos por niños. Los premiados leyeron los suyos y, de verdad, sorprende la imaginación y el ingenio cuando dejan el ordenador.

Todo el acto estuvo muy bien (como tenía que ser, siendo El Corte Inglés). Yo presenté mis 7 + 1 Ocho Leyendas Canarias. Y cuánto me gustaría que esos niños no perdieran las buenas mañas y siguieran escribiendo.

Llegó el lunes. Lunes, 11 de Junio, murió mi tía Lola, la persona más extraordinaria que he conocido en toda mi vida. http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=264464



Fui de nuevo al Sur, a la clausura del concurso de niños narradores de cuentos, organizado por Radio Planeta. El acto se celebró en el Teatro Cruce de Arinaga y estuvo muy bien.

Unas niñas (bueno, no tan niñas) de una escuela de baile, bailaron vestidas de odaliscas. Hubo música y, por fin, después de deliberar el jurado, la entrega de premios. Los tres colegios participantes, Arenas, Tajinaste y Beñesmén, se lo habían “currado” mucho y los niños respondieron. Yo estuve muy contenta, pues las personas… todo fue muy agradable.

Aunque con la sombra por la pérdida de mi tía Lola, trabajo otra vez, ilusionada con muchos proyectos, ¡a mi edad!. Porque, la verdad, esto de los montajes es un trabajo tremendo, y eso que yo no hago ningún esfuerzo, o sea, cargar y descargar, llevar de un lugar a otro, colocar, etc. Todo eso me lo hace Caty, un encanto de paciencia que trabaja aquí en casa.

Voy a dar talleres, para el verano. Tengo tantas cosas para cuentos, un mundo fantástico para inventar y montar relatos, que quiero sacarlo a la luz. Y como ya tengo comprobado que a los chiquillos les encanta todo lo que “invade” esta casa (“las manos a la espalda, no se puede tocar nada”), les voy a enseñra a “decorar” cuentos y espero que les guste.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Capítulo 11 - Saramago 'El Nobel que Vino de Incógnito'




Saco del baúl de los recuerdos la vez que hablé por teléfono con Pilar del Río, la mujer de Saramago; no me acuerdo la razón de hablar con ella. El caso es que en China se celebraba no sé qué aniversario del comunismo, y Saramago y Pilar estaban invitados. Me contó ella que estaba preocupada, que "no las tenía todas consigo"; pues esas celebraciones políticas, en países tan grandes, a veces se complicaban. Por suerte, todo fue bien y supongo que disfrutarían de su viaje.

Yo no he estado en China, y me encantaría ir; pero mi hermana sí ha estado, y tiene unas fotos preciosas. No trajo un "mantón de la China", como dice la zarzuela, pero sí una colcha de seda que es una maravilla.

Y llegó Octubre de 1998. Por fin, esa Academia recalcitrante le dio el Nobel a Saramago. Lo felicité, y conmigo, las siete islas canarias más San Borondón.

Todo en mi imaginación, claro. No me costó nada "ver lo que vi".

Pero lo que no sabía era en qué me estaba metiendo, qué trampa insidiosa me tendía mi gloriosa imaginación, un torbellino de creatividad que me atraparía casi tres años. Pues todo "lo que vi" tuve que ponerlo en un libro... Y la creación de ese libro, es como otro libro...

Continuará...

martes, 15 de mayo de 2012

Capítulo 10 - (Continuación) - Saramago, "El Nobel que vino de incógnito"



"Decíamos ayer...". Esto no es propiamente otro capítulo referente a Saramago, sino la continuación del anterior donde contaba que, habiendo decidido el Colectivo Andersen darle un regalo a Saramago por su cumpleaños, ya yo lo tenía comprado.

Y hablé de que otra de mis manías es comprar algo que me guste y almacenarlo, esperando la ocasión de regalárselo a alguien apropiado. O sea, tengo un armario con "regalos en busca de dueño". A veces lo tengo casi vacío, pues no es cosa fácil encontrar algo que me guste para darlo a quien corresponda cuando llegue la ocasión.

Hace muchos años yo vivía en Barcelona (otra de mis patrias, pues considero así los sitios en los que he vivido). En una tienda encontré unos collares que me llamaron la atención, y los compré. Eran 4, iguales; rígidos, de metal dorado y en forma de dos pájaros tocándose con el pico. Tan delicado era su trazo, tan original su diseño que me encantaron. Tres de los collares ya tenían dueña: uno para mi tía Lola (mi favorita y que además es un hada); dos, para mis hijas, de mayores, y usaría yo uno mientras tanto. Y el cuarto lo guardaría para una amiga todavía desconocida. Pregunté en la tienda de dónde venían los collares pero, al parecer, no sabían gran cosa. Llevaban la marca Cadoro, un diseñador de Nueva York, me informaron sin mucha convicción. Tal vez, algún día tendría yo una amiga en esa ciudad.

Y así ocurrió... 24 años más tarde. Tengo unos amigos en Nueva York, un matrimonio a los que quiero mucho, y el collar fue para Carol.

Esos amigos vinieron a Las Palmas a visitarme cuando se murió mi marido, y se quedaron en casa. El último día de su visita, saqué el collar y le conté la historia, que Carol había resultado ser esa amiga de Nueva York, la dueña desconocida que pedía el collar.

Naturalmente, no se lo regalé sólo por ser de esa ciudad; tenía que ser algo más, y Carol lo era, y mucho.

Cuando le conté que el collar la había esperado 24 años, lo cogió y se sentó a llorar a mares... Casi nos asustamos...

miércoles, 9 de mayo de 2012

Capítulo 10 - Saramago, "El Nobel que vino de incógnito".



Sin lugar a dudas, l995 fue un año muy "saramaniego". Las Jornadas en Lanzarote del Colectivo Andersen, la conferencia de clausura dada por Saramago, envío de fotos y cartas que él publicaría en "Cuadernos de Lanzarote I (1993-1995)", etc.

Al acercarse el cumpleaños de Saramago, el 16 de Noviembre, el Colectivo Andersen quiso hacerle un regalo para agradecerle todas sus amabilidades. ¿Qué le ofreceríamos? Problema resuelto, ya que "su" regalo lo había comprado yo y, desde tiempo inmemorial, esperaba a su dueño.

Qué raro suena todo esto, ¿verdad? ¿Cómo es que yo le había comprado un regalo a Saramago, cuando ni se había hablado de darle algo en su cumpleaños?

Es que yo siempre tengo preparados algunos regalos, tanto para los cumpleaños como para los "incumpleaños", que son los otros 364 días del año (o 365, si es bisiesto).

Es una de mis muchas manías. Otra (como ya conté) es la de los jarrones; tengo más de veinte, creo, ya que "me piden" un tipo determinado de flor.

En cuanto a los regalos, siempre he tenido un armario donde los pongo para que esperen a su dueño cuando llegue la ocasión. Porque no me gusta regalar por obligación (aunque a veces hay que hacerlo). Me gusta que el regalo sea algo personal, algo que guste y haga feliz a determinada persona; que no sea una simple obligación social.

Para eso, cuando veo algo que me gusta, lo compro y lo guardo en ese armario. Lo compro pensando en las personas que conozco, para dárselo cuando llegue la ocasión, como ya dije. Los de "incumpleaños" son regalos-sorpresa, que me gusta dar porque sí, sin ninguna razón, sólo porque le gustaría a tal persona. Por supuesto, no siempre encuentro cosas para todas las que conozco. Y, a veces también, compro algo sólo porque me gusta; incluso sin conocer a su futuro dueño.

Y con respecto a Saramago, hacía mucho tiempo que había visto, en un anticuario, un atlas muy antiguo; sólo de España y Portugal y escrito en portugués. No conocía todavía a Saramago, pero lo había leído y me gustaba mucho. El atlas era especial y me gustó. Y, como nunca se sabe, lo compré..., lo coloqué en su lugar en el famoso armario y allí esperó a que lo reclamara su dueño.

Así que, cuando el Colectivo Andersen decidió regalarle algo a Saramago para su cumpleaños el 16 de Noviembre de 1995, sólo tuve que ir al armario, rebuscar entre otras muchas cosas (que también esperaban dueño), envolverlo bien y quedar como reyes.

Y si alguien no se lo cree, espere a lo que, respecto a "regalos en busca de dueño", les voy a contar mañana.

jueves, 26 de abril de 2012

Capítulo 9 - Saramago, "El Nobel que vino de incógnito"




Como ya conté, Saramago participó varias veces con la Asociación Andersen. Tuvimos unas jornadas en Lanzarote, que él clausuró y seguimos manteniendo algo de contacto, por eso de enviarle las fotos, etc.

Ese mismo año, creo que fue en Septiembre-Octubre, Saramago vino a Gran Canaria, pues en Agüimes se daban varias distinciones, entre las que él figuraba; le iban a entregar un cuchillo canario.

Por parte del Colectivo, fuimos al acto Blas Láiz y yo. En el entreacto, antes de dar los regalos, comentamos que Saramago debía pagar algo al recibir el cuchillo canario (muy bonito, creo que en una caja de tea).

Pues existe esa creencia (o superstición) de que no se debe nunca recibir como regalo algo cortante (cuchillo, tijeras), pues se cortaría la amistad. Para evitarlo, al recibir el objeto cortante se da a cambio una moneda, un pago simbólico.

¿Sabría eso Saramago, que debía "pagar" el cuchillo al recibirlo?

-¿No crees que deberíamos decírselo? -le pregunté a Blas.

Era, como dije, el entreacto, y Saramago estaba sentado solo en la primera fila de butacas.

-Sí -me respondió Blas-. Ve a decírselo.

-No, que me da vergüenza.

Pero Blas, sin miramientos, me levantó del asiento y me empaquetó "vía portugués".

-Señor Saramago... ¿Se acuerda de mí?

Se puso de pie, muy amable, diciendo que claro que se acordaba.

Le expliqué lo de "pagar" el cuchillo cuando lo recibiera. Al pronto, no me entendía, pero se lo aclaré. No, no sabía nada de esa creencia; y se metió la mano en el bolsillo, diciendo que no tenía más que unas pesetas sueltas.

-¡Blas! -dije llamando-. ¿Quieres sacar de mi bolso una moneda de cinco duros?

Me acerqué, la recogí y se la di a Saramago.

Con ella, Saramago "pagó" el cuchillo canario que le entregaron... Todavía me río, al recordarlo.

martes, 17 de abril de 2012

Albión en Canarias.



Sigo con mis recuerdos de Inglaterra. Como ya dije, la encontré dominada primero por los normandos (la famosa invasión de Guillermo el Conquistador en 1066) y ahora, 2012, por tres cosas, a saber: los 60 años de la coronación de Isabel II, las olimpiadas y el hundimiento del Titanic. En la madrugada del domingo pasado murió la maravilla de los mares, después de chocar contra un iceberg asesino. Tengo, además del recuerdo de la tragedia (bueno, "recuerdo" no es la palabra adecuada, ya que, al no haber estado allí, no puedo "recordar" nada), un barco con 4 chimeneas y el collar Corazón del Mar.

En cuanto a las olimpiadas, otra de las cosas de la que hablan mucho los ingleses, no se me ocurre nada, ya que no soy muy deportiva. Me gustan, en general, y hasta tengo un cuento sobre ellas, unos niños mágicos que asisten a los primeros Juegos Olímpicos en el año 776 a.C.

Respecto a la Reina Isabel II, resulta que yo soy súbdita leal de Su Majestad. Pues ocurrió que, cuando me casé con un inglés, adquirí la nacionalidad inglesa (que conservo además de la española). Para eso, tuve que ir al Consulado Británico y allí, en presencia del cónsul y con la mano sobre la Biblia, juré acatar las leyes inglesas y aceptar todo cuanto me obligaba ser ciudadana de ese país. Pero, además de ese juramento, los ingleses tienen (o tenían) otro especial de fidelidad al monarca reinante, en este caso se nombró expresamente a la Reina Isabel II. Así pues, además de inglesa, soy súbdita leal de ella. Y a mucha honra, pues me encanta ser inglesa además de española. (¿Tengo lo mejor de dos mundos?). Lo que sí tengo es un amigo, tan enamorado de Inglaterra que estaría dispuesto a casarse conmigo si así pudiera conseguir la ciudadanía de ese país. Pero ocurre que yo soy viuda y mi amigo, divorciado. Y es demasiado religioso para casarse con otra mientras viva su mujer. Y si él ama apasionadamente a la Rubia y Pérfida Albión, a saber si también me amará así a mí... Aunque yo también sea las tres cosas: rubia, pérfida y albiona.

sábado, 14 de abril de 2012

El Titanic se hunde esta noche.


Hace varios días que regresé de Inglaterra. La Isla Redonda (isla de cuento, ya que en los cuentos siempre son redondas) me dispensó una magnífica bienvenida con una gripe acompañada de "grandes aparatos eléctricos". Que no son neveras, lavadoras o televisores. Me explico. Cuando una tormenta viene acompañada de "gran aparato eléctrico" es cuando despliega todo su potencial, rayos, etc. Pues eso me hizo la gripe: me lanzó todo su arsenal; dolor de cabeza, nariz, garganta, huesos... De los 200 huesos del esqueleto humano (206-208, para ser exactos), me dolían 199; y lo malo (o lo peor) es que no sabía cuál era el hueso que "no" me dolía. En fin, una vulgaridad que afecta a miles de personas.

Ahora, en mi Isla Redonda, recuerdo el viaje a la Pérfida Albión.

Una de las cosas más agradables del regreso es el bendito ordenador: con acentos, nuestra eñe (de la entrañable España cañí) "y demás, y demás hierbas" de las que carecía el ordenador inglés de mis hijos, sajón hasta la médula. ¡Ay! Cómo lo había echado de menos. Gracias.

Inglaterra estaba dominada, primero por los normandos (siglo XI) y ahora (siglo XXI), por tres cosas: los 60 años del reinado de Isabel II, las próximas olimpiadas y los 100 años del hundimiento del Titanic.

Esta noche será la tragedia del barco, que chocará a medianoche contra un iceberg. También yo, con la imaginación como un volcán enfadado, me he dejado llevar por el desastre que, al parecer, se pudo evitar.

A las 23 horas de "esta" noche, 14 de Abril de 1912, casi todo el mundo se había acostado en el Titanic. Y media hora más tarde se avistó el iceberg, a sólo 500 metros del barco. No hubo tiempo para evitarlo y la maravilla de los mares fue asesinada por la montaña de hielo.

A las 2.20 de "esta" madrugada del 15 de Abril, el Titanic fue una tumba más en el cementerio del océano. Pero no, no fue "una más". Las circunstancias del naufragio, el romanticismo y un montón de cosas a lo largo de esos 100 años, se han encargado de encender la imaginación de los incorregibles como yo. Pero yo no he hecho nada, sólo escribir poca cosa. Otros sí que han hecho: escribir libros enteros, y hasta la estupenda película de James Cameron, Titanic, con Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. La he visto unas 100 veces. Y no es por morbo. Cuando me gusta una película la miro muchas veces, pues siempre descubro algo nuevo; me recreo en los detalles y mil cosas más. Disfruto como un cosaco.

Bueno, pues una de las razones de ver tantas veces la película del Titanic es que sale un collar con un diamante azul, una piedra fabulosa, única. Yo tengo ese collar: "El corazón del mar". Mi diamante azul es de cristal azul, pero no importa porque es igual de precioso. ¿Acaso no son carbón los diamantes? Y mi cristal es idéntico al de la película.

La heroína (Kate Winslet) le pide al héroe (Leonardo DiCaprio) que la dibuje vestida únicamente con el collar. (O, como se decía en mis tiempos: "La muchacha le pide al muchacho"). Me parece genial, la escena; la belleza del diamante daba para vestir a una mujer de los pies a la cabeza. Que no cunda el pánico: jamás se me ocurriría pedirle a alguien (ni siquiera a alguien tan guapísimo como Leonardo), que me pintara a mí en las mismas circunstancias. Y no es que mi cristal azul desmerezca, qué va. Es por razones obvias...

La escena donde se muestra el collar, la congelo y lo comparo con el mío. Son iguales. Me parece fantástico y es una delicia contemplarlo una y otra vez. Le haré una buena foto y la pondré aquí. (Pero sin envidias). Claro que, si alguna buena moza quiere que la pinten vestida de cristal azul, se lo prestaré con mucho gusto.

Ese collar sale en uno de mis cuentos, entre los tesoros del fondo del mar... ¿Se acuerdan de que "la muchacha", ya vieja, tiene la ocurrencia de tirarlo al agua? Una atrocidad muy romántica, desde luego.

Y tengo también el Titanic... Un barco enorme, con cuatro chimeneas y casi un metro de largo. A los niños les encanta. Es un barco fantasma, parece estar al alcance de la mano pero nunca se llega a él. Se desliza, lleno de misterio, por los mares del mundo; la leyenda cuenta que recoge las almas de los ahogados. Una especie de "limpieza espiritual", más o menos. Porque en el mar hay seres que, cuando ocurre una catástrofe (hundimiento de un barco, etc.) se ocupan de que no contamine. Pero las almas de los que murieron en el mar, vagan atrapadas por masas de agua y son recogidas por mi particular Titanic.