miércoles, 23 de mayo de 2012

Capítulo 11 - Saramago 'El Nobel que Vino de Incógnito'




Saco del baúl de los recuerdos la vez que hablé por teléfono con Pilar del Río, la mujer de Saramago; no me acuerdo la razón de hablar con ella. El caso es que en China se celebraba no sé qué aniversario del comunismo, y Saramago y Pilar estaban invitados. Me contó ella que estaba preocupada, que "no las tenía todas consigo"; pues esas celebraciones políticas, en países tan grandes, a veces se complicaban. Por suerte, todo fue bien y supongo que disfrutarían de su viaje.

Yo no he estado en China, y me encantaría ir; pero mi hermana sí ha estado, y tiene unas fotos preciosas. No trajo un "mantón de la China", como dice la zarzuela, pero sí una colcha de seda que es una maravilla.

Y llegó Octubre de 1998. Por fin, esa Academia recalcitrante le dio el Nobel a Saramago. Lo felicité, y conmigo, las siete islas canarias más San Borondón.

Todo en mi imaginación, claro. No me costó nada "ver lo que vi".

Pero lo que no sabía era en qué me estaba metiendo, qué trampa insidiosa me tendía mi gloriosa imaginación, un torbellino de creatividad que me atraparía casi tres años. Pues todo "lo que vi" tuve que ponerlo en un libro... Y la creación de ese libro, es como otro libro...

Continuará...

martes, 15 de mayo de 2012

Capítulo 10 - (Continuación) - Saramago, "El Nobel que vino de incógnito"



"Decíamos ayer...". Esto no es propiamente otro capítulo referente a Saramago, sino la continuación del anterior donde contaba que, habiendo decidido el Colectivo Andersen darle un regalo a Saramago por su cumpleaños, ya yo lo tenía comprado.

Y hablé de que otra de mis manías es comprar algo que me guste y almacenarlo, esperando la ocasión de regalárselo a alguien apropiado. O sea, tengo un armario con "regalos en busca de dueño". A veces lo tengo casi vacío, pues no es cosa fácil encontrar algo que me guste para darlo a quien corresponda cuando llegue la ocasión.

Hace muchos años yo vivía en Barcelona (otra de mis patrias, pues considero así los sitios en los que he vivido). En una tienda encontré unos collares que me llamaron la atención, y los compré. Eran 4, iguales; rígidos, de metal dorado y en forma de dos pájaros tocándose con el pico. Tan delicado era su trazo, tan original su diseño que me encantaron. Tres de los collares ya tenían dueña: uno para mi tía Lola (mi favorita y que además es un hada); dos, para mis hijas, de mayores, y usaría yo uno mientras tanto. Y el cuarto lo guardaría para una amiga todavía desconocida. Pregunté en la tienda de dónde venían los collares pero, al parecer, no sabían gran cosa. Llevaban la marca Cadoro, un diseñador de Nueva York, me informaron sin mucha convicción. Tal vez, algún día tendría yo una amiga en esa ciudad.

Y así ocurrió... 24 años más tarde. Tengo unos amigos en Nueva York, un matrimonio a los que quiero mucho, y el collar fue para Carol.

Esos amigos vinieron a Las Palmas a visitarme cuando se murió mi marido, y se quedaron en casa. El último día de su visita, saqué el collar y le conté la historia, que Carol había resultado ser esa amiga de Nueva York, la dueña desconocida que pedía el collar.

Naturalmente, no se lo regalé sólo por ser de esa ciudad; tenía que ser algo más, y Carol lo era, y mucho.

Cuando le conté que el collar la había esperado 24 años, lo cogió y se sentó a llorar a mares... Casi nos asustamos...

miércoles, 9 de mayo de 2012

Capítulo 10 - Saramago, "El Nobel que vino de incógnito".



Sin lugar a dudas, l995 fue un año muy "saramaniego". Las Jornadas en Lanzarote del Colectivo Andersen, la conferencia de clausura dada por Saramago, envío de fotos y cartas que él publicaría en "Cuadernos de Lanzarote I (1993-1995)", etc.

Al acercarse el cumpleaños de Saramago, el 16 de Noviembre, el Colectivo Andersen quiso hacerle un regalo para agradecerle todas sus amabilidades. ¿Qué le ofreceríamos? Problema resuelto, ya que "su" regalo lo había comprado yo y, desde tiempo inmemorial, esperaba a su dueño.

Qué raro suena todo esto, ¿verdad? ¿Cómo es que yo le había comprado un regalo a Saramago, cuando ni se había hablado de darle algo en su cumpleaños?

Es que yo siempre tengo preparados algunos regalos, tanto para los cumpleaños como para los "incumpleaños", que son los otros 364 días del año (o 365, si es bisiesto).

Es una de mis muchas manías. Otra (como ya conté) es la de los jarrones; tengo más de veinte, creo, ya que "me piden" un tipo determinado de flor.

En cuanto a los regalos, siempre he tenido un armario donde los pongo para que esperen a su dueño cuando llegue la ocasión. Porque no me gusta regalar por obligación (aunque a veces hay que hacerlo). Me gusta que el regalo sea algo personal, algo que guste y haga feliz a determinada persona; que no sea una simple obligación social.

Para eso, cuando veo algo que me gusta, lo compro y lo guardo en ese armario. Lo compro pensando en las personas que conozco, para dárselo cuando llegue la ocasión, como ya dije. Los de "incumpleaños" son regalos-sorpresa, que me gusta dar porque sí, sin ninguna razón, sólo porque le gustaría a tal persona. Por supuesto, no siempre encuentro cosas para todas las que conozco. Y, a veces también, compro algo sólo porque me gusta; incluso sin conocer a su futuro dueño.

Y con respecto a Saramago, hacía mucho tiempo que había visto, en un anticuario, un atlas muy antiguo; sólo de España y Portugal y escrito en portugués. No conocía todavía a Saramago, pero lo había leído y me gustaba mucho. El atlas era especial y me gustó. Y, como nunca se sabe, lo compré..., lo coloqué en su lugar en el famoso armario y allí esperó a que lo reclamara su dueño.

Así que, cuando el Colectivo Andersen decidió regalarle algo a Saramago para su cumpleaños el 16 de Noviembre de 1995, sólo tuve que ir al armario, rebuscar entre otras muchas cosas (que también esperaban dueño), envolverlo bien y quedar como reyes.

Y si alguien no se lo cree, espere a lo que, respecto a "regalos en busca de dueño", les voy a contar mañana.