En el Zaperoco almaceno el material para el montaje de mis cuentos, y no está tan desordenado como su nombre indica. Estantes hasta el techo y cajas marcadas: hadas, brujas, bosques, mar, etc. Pero necesitaba una nueva revisión y lo vaciamos completamente... ¡Ay! ¿Ustedes han visto la película de los Hermanos Grimm, donde se le aparecen revueltos los personajes de sus cuentos, pidiéndole que no se muera? Pues igual, sólo que no estoy segura de no morirme. Fue como abrir la caja de Pandora. O como una película de dibujos animados: un cuento, y otro, y otro...
Un trono clásico, manto real de tela vaquera forrado de armiño, cocinas modernas y milenarias, frascos para pócimas mágicas: "Dos brujas en internet".
Un dragón con vendajes y una pata en cabestrillo: "El caballero Jorge y el pobre dragón".
Un trono hecho de hierba seca, bandejas y servicio de té, azulejos que sugieren un palacio: "El congreso de las varitas mágicas".
Un museo de los cuentos, un hada reportera y unas campanas malcriadas: "Tres aventuras y un ascensor".
Caracolas mágicas, tesoros en el fondo del mar, sirenas en lata: "Cuentos a la orilla del mar".
La imaginación engendra esclavos. Sí, ha sido un verano de película... Pero de película de terror. "Y ya no decimos más".
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