martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 12. Saramago “El Nobel que vino de incógnito”





1998, Octubre; mes del reparto de “Nobeles” y año en que le tocó a Saramago. (¡Esa Academia recalcitrante!).

Saramago estaba en la Feria del Libro en Frankfurt y su mujer, Pilar del Río, en su casa de Lanzarote. El diligente “telediario” me informó que los dos cogieron el avión para encontrarse en Madrid. Aeropuerto de Barajas, la pareja se divisa a lo lejos y se hacen señas. Y creo que ahí se debió cortar la información, al menos hasta después de su encuentro… Porque esos instantes únicos creo que no les pertenecían a nadie, sólo a ellos, la pareja protagonista. Pero ¡qué va!... Cómo iban a perderse algo tan jugoso. Una lástima, pienso yo. Saramago se contenía bastante, pero la cara de Pilar era, como se suele decir, todo un poema; irradiaba tal alegría, brillaba de orgullo y satisfacción…; bueno, todavía se me pone la piel de gallina, al recordarlo. Pero sigo pensando que fue una lástima que esa “exclusiva” tan exclusiva de ellos fuera “tan” pública.

Y ahora hago un inciso para contar algo de intimidades. Chopin, mi músico favorito, fue amante de George Sand durante nueve años. A la muerte de Chopin, su hermana mayor Luisa, y la misma George Sand, buscaron las cartas que los amantes se habían escrito durante esos años (que eran muchísimas) y las destruyeron todas. Claro que me hubiera gustado leerlas; mentiría si dijera otra cosa. ¡Me muero de curiosidad! Pero, al mismo tiempo, me alegro infinito (mal que me pese) de la destrucción de esas cartas. A pesar de la tremenda curiosidad, pienso que lo que hubo entre Chopin y George Sand era de ellos exclusivamente. Ya me hubiera gustado, ya… ¿Para qué ser hipócrita? Pero repito que me alegro de que esas cartas ya no existan.

Sigo con Saramago, su Nobel y Pilar del Río. Felicitaciones, emociones, etc.; todo eso lo sabe el mundo entero. Creo recordar que, para la ceremonia de entrega del Premio, Pilar se hizo un vestido cuya tela llevaba frases de los libros de Saramago. Qué bonito. Me gustaría ver algún día ese vestido.

Y me viene a la mente una cosa. Hay una frase, que se me antoja bastante machista, que dice que “detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”. ¿Cómo que “detrás”? ¡A su lado!, que es como debe ser. ¿Cómo iba a estar Pilar detrás de Saramago? “Pilar, que tanto tardó en llegar”, decía siempre el escritor… Con problemas de salud, Saramago decía que no sólo lo salvaban los médicos sino también su mujer. Una vez corrió peligro de quedarse ciego. “Blimunda no se rinde”, le dijo Pilar, tomando la frase de un personaje de su novela “Memorial del convento”. Y no se rindió.


(Continuará).

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