Ya hemos empezado las meriendas “guiadas” aquí, en mi casa
(que es también la de ustedes, como está mandado).
El programa, a mi parecer,
estupendo: bajo el lema de La Paz y la No Violencia, en primer lugar y para ir
entrando en calor, realizamos una visita guiada a “mi” Museo de los Cuentos. A
continuación relato el cuento pacifista La Reina Henhebra y las Damas de la
Tabla Redonda. Más actividades relacionados
con La Paz, merienda y rifa.
A la primera merienda de esta
nueva tanda, vino Francisco Lezcano, de la saga de los hermanos ilustres, que
en su día hizo unos dibujos pacifistas que me gustaron mucho y que, según
constaba en “agenda”, también debían ver y comentar los niños.
Lástima que no pudimos completar
el programa, pues se presentaron 24 niños con su correspondiente parentela…
Niños ávidos de un montón de cosas: hablar de cuentos, obtener más y más
información de cuanto veían y les contaba, y un largo etcétera. Ellos, tan
felices y nosotros contagiados de su alegría. Y he de decir que un muy amable y
sonriente Francisco Lezcano, se movía como pez en el agua entre toda aquella
algarabía.
Claro que debido al “éxito” de
asistencia, me quedé algo disgustada por no tener tiempo de cumplimentar el
programa. Pero ya he tomado una decisión: reducir algo de lo proyectado,
aumentar la duración de la “merienda” y recibir grupos reducidos (10 niños como
máximo cada vez). De esta forma será más fácil que vayan descubriendo su
creatividad y contagiarles yo algo de la mía a través de los montajes escénicos
que están en mi casa. Una buena forma de que los niños vean, realmente, que
todos y cada uno de los objetos que les rodea, por sí solos o en el conjunto de
su elección, encierran una pequeña-gran historia que está a la espera de su
creatividad, de su imaginación. Y, aún más importante que todo esto, tener
tiempo de conocerlos y de que cada uno pueda contarme sus ocurrencias, sus
inquietudes.
¿Quiénes, sino los niños, tienen
esa fantástica habilidad de “ver” la magia en cualquier rincón? Yo sólo
pretendo darles un amoroso empujoncito para que decoren y escriban sus propias
historias. Que se sientan tenidos en cuenta y que sepan que sus ocurrencias son
puertas abiertas a su creatividad. Que imaginen su propio escenario y lo
construyan con cualesquiera de los objetos que tienen a su alrededor. Y de
paso, que reciclen que buena falta le hace a la madre Tierra.
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