miércoles, 28 de marzo de 2012

THREE. Crónicas Albionas. "Cosas feas y bonitas".


Hoy volví a deambular por Kingston, entre lamentos por la pérdida de mi tienda Past Times, mi favorita. Cumplí algunos encargos que me hicieron en Las Palmas: una taza-termo para una amiga (con un pequeno secreto que ya contaré), y cosas para mis hijas. En una de las tiendas, viendo que soy extranjera, la cajera intentó robarme. Me di cuenta, pero no quise avergonzarla... No lo conseguí. Me explico: el pensamiento es lo más rápido del mundo, y en unos pocos segundos pensé en marcharme sin reclamar la vuelta que se me debía y que la cajera retuvo para ella. Pero, también en segundos, el cerebro dio la orden y no la pude evitar: "No change?" Un poco corrida, la cajera me lo devolvió; lo siento. Sólo eran unas pocas libras, y la verdad es que no valía la pena avergonzar a la muchacha.

Qué curiosos son estos pueblos ingleses. Kingston es un centro comercial "pululante" de gente. Pero en el mismo centro, hay una iglesia que tiene casi 300 años y, como todas las iglesias inglesas, tiene cementerio; allí mismo, en medio de todas las tiendas. Una parte tiene las tumbas, con sus lápidas, y la otra es un parque. Como hace buen tiempo, estaba lleno de gente. Allí me comí el bocadillo al mediodia, disfrutando como "un cosaco" de algo que a mí me parece extraordinario. En el jardin del cementerio, rodeado de tiendas y bullicio, había una paz y un silencio asombrosos. Había árboles muy grandes y un sauce llorón precioso; había palomas y ardillas. Qué paz y qué apacible parecía el mundo desde allí. 

Me fui al Támesis, a tomarme el helado de postre. Había montones de cisnes (¿habría sido alguno de ellos el Patito Feo?). Me apoyé en la baranda y vinieron a pedir comida; también los patos. Les prometí llevarles algo mañana.

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