Con María, Néstor, Gabriela, Nico y Alejandro. |
El viernes pasado, merienda en
casa, visita a mi “Museo de los Cuentos” o Museo Fantástico, una pequeña
creación literaria y, cómo no: ¡la rifa!
Tres de mis ilustres invitados,
hermanos ellos, no pudieron asistir en el último momento. Así que nos quedamos con cinco niños,
número reducido que fue estupendo para ellos y para nosotras, Georgina y yo.
Pues así pudimos dedicarnos plenamente a que disfrutaran sin prisas de las
escenificaciones de los montajes de mis cuentos, escucharles, hablar y
divertirnos juntos.
Como el motivo principal fue la
Paz, en la “visita guiada”, nos detuvimos especialmente en mi cuento A los
gatos les gustaba Ana, por lo de la Montaña del Tiempo y el Pasado, donde debe
estar enterrado todo lo que se refiera a la violencia: armas, cascos de guerra,
etc. Les enseñé también una bala muy grande de la Guerra Civil Española, que
hirió a mi padre en un pie y casi se lo arranca. De chica me contaba cuánto le
había dolido ser herido por esa bala hasta que se desmayó del dolor. (Y aún
así, antes de perder el conocimiento, tuvo la presencia de ánimo suficiente
para coger la bala. Eso es lo que me contaba mi padre y, conociéndolo a él, le
creí sin dudarlo).
Terminada la visita al “Museo”,
pasamos a la cocina para hacer las actividades. En el aparador las letras que
forman la palabra PEACE. En la tienda
donde las compré pregunté si las tenían en castellano, PAZ, pero sólo las
tenían en inglés. Bueno, tampoco importa tanto, pues esa palabra es universal.
Y aquí quiero agradecer a Francisco
Lezcano sus dibujos pacifistas, que
mostramos a los niños preguntándoles qué les sugerían y haciéndoles reflexionar
sobre por qué es importante la paz, por qué es mala la guerra, las guerras de
cualquier índole… Muy interesantes las reflexiones de los chicos; realmente
gustaron mucho a los niños estos dibujos.
Aprovechando la “atmósfera”,
invitamos a los niños para que hicieran un breve cuento entre todos. El título:
Violencia no. Paz sí.
“Érase una vez una niña
que no quería guerra. Pero a su hermano le gustaba pelearse con los amigos y
entonces la niña tuvo que hacer algo para que al hermano le dejara de gustar
eso.
Un día, mientras el
hermano y los amigos se peleaban, ella intervino. Hizo que por la noche tuviera
unas pesadillas muy, muy malas, con armas, con peleas, y que le hacían lo mismo
a él que él hacía a los otros: mucho daño.
El niño se despertó
muy asustado, sudando, le dolía como si fuera de verdad. Llamó a su madre
corriendo para decirle que no se iba a pelear más nunca. Y es verdad que nunca
más se peleó y además, si veía a alguien peleándose o discutiendo fuerte con
otro niño, les decía que eso no debía hacerse. Que tenían que hablar para
solucionar el problema sin pelearse porque si no se harían mucho daño.”
Autores: María,
Gabriela, Alejandro, Nico y Néstor.
¿Qué les parece “el cuento” de
los niños? Fue una tarde fantástica en la que, por si esto fuera poco, fui
obsequiada con una deliciosa tarta de chocolate hecha por uno de ellos. El pastelero,
Néstor, trajo también el bote de nata y fideos de colores para decorarla.
¡Menudo un detalle!
Durante la merienda nos contaron
qué cuentos les gustaban más y porqué, qué estaban leyendo ahora, anécdotas de
sus personajes, qué querrían hacer otro día que vinieran… Verlos intercambiar
sus opiniones de esa forma tan natural y gozosa fue uno de los regalos más
bonitos que haya recibido en mi vida. ¡Y vaya si disfrutaron! Estaban muy a
gusto, todos lo estábamos. Sabían que había rifa, una rifa que traería regalos
(que finalmente los hubo para todos), pero no, no tenían prisa. No la tenían,
estaban disfrutando. Disfrutando de una tarde de cuento.