1998, Octubre; mes del reparto de “Nobeles” y
año en que le tocó a Saramago. (¡Esa Academia recalcitrante!).
Saramago estaba en
la Feria del Libro en Frankfurt y su mujer, Pilar del Río, en su casa de
Lanzarote. El diligente “telediario” me informó que los dos cogieron el avión
para encontrarse en Madrid. Aeropuerto de Barajas, la pareja se divisa a lo
lejos y se hacen señas. Y creo que ahí se debió cortar la información, al menos
hasta después de su encuentro… Porque esos instantes únicos creo que no les
pertenecían a nadie, sólo a ellos, la pareja protagonista. Pero ¡qué va!...
Cómo iban a perderse algo tan jugoso. Una lástima,
pienso yo. Saramago se contenía bastante, pero la cara de Pilar era, como se
suele decir, todo un poema; irradiaba tal alegría, brillaba de orgullo y
satisfacción…; bueno, todavía se me pone la piel de gallina, al recordarlo.
Pero sigo pensando que fue una lástima que esa “exclusiva” tan exclusiva de ellos
fuera “tan” pública.
Y ahora hago un
inciso para contar algo de intimidades. Chopin, mi músico favorito, fue amante
de George Sand durante nueve años. A la muerte de Chopin, su hermana mayor
Luisa, y la misma George Sand, buscaron las cartas que los amantes se habían
escrito durante esos años (que eran muchísimas) y las destruyeron todas. Claro
que me hubiera gustado leerlas; mentiría si dijera otra cosa. ¡Me muero de
curiosidad! Pero, al mismo tiempo, me alegro infinito (mal que me pese) de la
destrucción de esas cartas. A pesar de la tremenda curiosidad, pienso que lo
que hubo entre Chopin y George Sand era de ellos exclusivamente. Ya me hubiera
gustado, ya… ¿Para qué ser hipócrita? Pero repito que me alegro de que esas
cartas ya no existan.
Sigo con Saramago,
su Nobel y Pilar del Río. Felicitaciones, emociones, etc.; todo eso lo sabe el
mundo entero. Creo recordar que, para la ceremonia de entrega del Premio, Pilar
se hizo un vestido cuya tela llevaba frases de los libros de Saramago. Qué
bonito. Me gustaría ver algún día ese vestido.
Y me viene a la
mente una cosa. Hay una frase, que se me antoja bastante machista, que dice que
“detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”. ¿Cómo que “detrás”? ¡A
su lado!, que es como debe ser. ¿Cómo iba a estar Pilar detrás de Saramago?
“Pilar, que tanto tardó en llegar”, decía siempre el escritor… Con problemas de
salud, Saramago decía que no sólo lo salvaban los médicos sino también su
mujer. Una vez corrió peligro de quedarse ciego. “Blimunda no se rinde”, le
dijo Pilar, tomando la frase de un personaje de su novela “Memorial del
convento”. Y no se rindió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario