Antes de continuar con la historia sobre el Nobel José Saramago, quería contarles que el sábado fui a un
asadero orgnizado por la Asociación Pequeño Valiente, en una finca en Telde. Al
fina, fui cargada como un burro, como siempre.
Para un “concurso
de piano” llevé uno que se pone en el suelo; es un piano muy largo y se toca
con los pies, como el que “sale” en la película “Big” y lo toca Tom Hanks. Pero
había demasiados niños y el concurso no llegó al final porque ya esperaba el
mago para su actuación.
Antes del “concurso
de piano”, fue mi cuento “A los gatos les gustaba Ana”. Como yo tenía tos, lo
contó un señor y lo hizo muy bien. Para ilustrar el cuento llevé dos posters
grandes. Uno es la fachada de la casa de Ana, con ventanas y las figuras de los
gatos. El poster es una
foto grande ampliada, pues esa fachada de la casa está pintada sobre madera y
se pueden poner las figuras de los gatos. Es verdaderamente preciosa y la tengo
por cortesía de El Corte Inglés, a quien se lo agradezco muchísimo.
El otro poster es
también una foto, del cuadro que tengo del “Ojo espía”, un ojo enorme que va
por todas partes atrayendo las miradas. Pertenece a las brujas y no se debe
mirar, pues a quien lo hace lo absorbe como si de un agujero negro se tratara;
y va a parar al terreno peligroso de las brujas, de donde es muy difícil salir.
Ese “ojo” les gusta mucho a los niños. Bueno, ni qué decir de la casa de los
gatos, que es “arrebatadora” para chicos y grandes.
Fue un día
estupendo, con la Asociación Pequeño Valiente en esa finca en Telde.
Mucha comida rica y
abundante diversión, sobre todo para los chiquillos. Había piscina y luego
paseo en pony y a caballo.
Como ya dije, actuó
un mago, que dijo no tener nombre y los chiquillos le pusieron el de Pantopín;
tuvo mucho éxito.
Y así llegó la hora
de la merienda, con un montón de tartas y dulces. Pero la “estrella” fue una
tarta enorme en forma de castillo medieval con torres redondas; en la puerta
del castillo, la figura de la Asociación, que es un niño vestido de mosquetero.
Una tarta perfecta, por dentro y por fuera, pues estaba riquísima. Estupendo, todo.
Pero lo más
estupendo de todo es la propia Asociación, un ejército de valientes, chicos y
grandes, que luchan contra el cáncer infantil.
Por un lado, el
ataque contra el mal; por el otro, positivo, la lucha por dar a esos niños
calidad de vida, dignidad y todo el amor que se merecen.
Por un lado, los
directivos, colaboradores, voluntarios; por otro, los pequeños pacientes,
valientes, verdaderos protagonistas.
Todo ese conjunto
forma la Asociación Pequeño Valiente. Agradecida y muy honrada por invitarme a
participar, y poner así, mi granito de arena.
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