jueves, 10 de enero de 2013

Rosaluna y la veleta mágica.




Dada la inminente publicación de un segundo cuento de mi cosecha, cuyo título da ídem a este escrito, estoy contenta y hasta emocionada por el evento.

Sale el libro de la imprenta, cual pan del horno con su grato olor (a papel, en este caso; muy grato a las narices de los escritores). Va a las librerías, se presenta, conozco a niños y escucho opiniones de cada cual a su manera, me hacen preguntas... Porque, como es natural, cada uno tiene su propia visión de las cosas. Yo tengo la mía propia del cuento, y más siendo su "inventora". Veo a los personajes con vida, como en una película de dibujos animados; veo los escenarios, tanto los fantásticos por la parte mágica del cuento (que es la que más me gusta) como los de la vida cotidiana que todos vivimos. Etcétera.

      "Pues, señor... Ésta es la historia de Rosaluna, una niña de pelo negro, ojos dorados y "vestido de bosque". Viniendo de un mundo de leyendas, vive en el nuestro; la niña se
      convierte en mujer y empresaria, retornando luego a su mundo mágico, el bosque de las hadas que la criaron".


Una combinación de fantasía y de esta época de máquinas pensantes y parlantes que, si nos descuidamos, nos callarán la boca y pensarán por nosotros. "Hoy, más que nunca", (que tal parece el principio de un discurso gastado y cursi) se necesita (sobre todo la santa infancia), soñar y fantasear a diestro y siniestro. Pues me parece que sí, que esto es verdad, cursi y todo.

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